No sé si ya te diste cuenta que te quiero.
Te quiero en mi vida,
en la banca del parque,
en la tarde lluviosa,
en la noche helada.
Pero prefiero no mucho insinuarme
por el temor a perder grandiosos momentos
que a tu lado voy viviendo.
He guardado un poco de esperanza,
tal vez si me quedo en silencio
e insisto con detalles y no palabras,
porque palabras cualquiera las dice
y te busco con el pretexto más tonto
e invento charlas ridículas
para hablar contigo más tiempo.
Y sin inmutar tu esencia
voy dándote consejos para que crezcas
porque quiero verte llegar lejos.
Si te rompes, te coso.
Si te pierdes, te doy luz para encontrarte.
Si intentas brincar el abismo y te da miedo
te empujo para que pruebes tus alas
y sin atarte ni reclamarte por no corresponder,
regalándote día a día diversas formas de suspiro.
Tal vez si me quedo
y en silencio insisto
me darías uno a uno tus latidos
y hasta lo que nos dure
te vas quedando conmigo.
Para que te vayas quedando conmigo, Quetzal Noah.